domingo, 14 de marzo de 2010

Aveces, lo que mas detestas es lo que en un futuro te puede impedir marchar

Mi madre me llevó al aereopuerto con las ventanillas del coche bajadas. En Phoenix, la temperatura era de venticuatro grados y el cielo de un azul perfecto y despejado.
Me habia puesto mi blusa favorita, sin mangas y con cierres a presión blancos; la llevaba como gesto de despedida.
En la península de Olympic, al noroeste del estado de Washington, existe un pueblecito llamado Forks cuyo cielo casi siempre permanece encapotado. En esta insignificante localidad llueve mas que ne cualquier otro sitio de los Estados Unidos. Mi madre se escapóde aquel lugar cuando yo apenas tenía unos meses. Me habia visto oligada a pasar un mes cada verano hasta que por fin me impuse al cumplir los catorce años , asique mi padre se vio obligado a pasar sus vacaciones conmigo ne California.
Y ahora me exiliaba a Forks , un acto que me aterraba, ya que detestaba ese lugar.